lunes, 16 de noviembre de 2009

Habitación

No tenía idea de qué era lo que me podía mantener despierto a las cuatro de la madrugada; mis sentidos, hábiles como los de un gato, podían captar todos y cada uno de los detalles que se agrupaban lentamente a mi alrededor, tenía miedo, y tratar de averiguar el por qué podría haber sido una buena forma para tratar de conciliar el sueño.
No vacile, estire la mano hasta el buro y tome el paquete de cigarrillos, prendí uno y comencé a fumarlo, podía sentir como mi boca se llenaba de humo y como éste se trasladaba ágilmente por mi garganta hasta llegar a mis pulmones ¡Dios! Que sensación, amaba fumar, sentir como ese pequeño e insignificante objeto que me robaba la vida de manera sutil y embriagadora podía hacer que mi realidad, mi cruda realidad, se transformara por unos cortos minutos en un instante placentero. El cigarrillo se termino y regrese a la oscuridad de mis cuatro paredes, podía ver como los muebles lograban hacer monstruosas formas que invadían mi habitación invitándome a sentir el mas puro de los miedos, la mas sincera de las angustias, la mas horrible de las desesperaciones. No tiene caso permanecer mas tiempo acostado, me decido, tomo mis pantuflas y me propongo dirigirme hacia la cocina a preparar café, realmente necesitaba una buen taza de café, tropiezo torpemente entre zapatos y pantalones, entre libros y mochilas. ¡Vaya desastre! Mi habitación hacia honor al mas puro de los caos, esa era mi vida reflejada en un cuarto, una cabeza desordenada, ilusionada y sumamente distorsionada ¿era un crimen que una habitación mostrara el reflejo de tu personalidad? Yo creía que no, era un crimen tratar de poner orden a ese santo lugar, el solo pensarlo hacia que un rudo escalofrió recorriera mi espina. Cada una de mis emociones, sueños, aspiraciones, miedos y tristezas tenía su lugar en ese pequeño espacio, atreverme a mover algo era atreverme a mover parte de mi vida; no tenía el valor suficiente de atreverme a cambiar, de descubrir cuál era la verdadera persona que vivía en mí, no era que estuviera descontento con la persona que hasta ese momento había sido, sino que qué pasaría si ese nuevo yo resultaba ser algo inesperado, algo que no podría llegar a controlar y terminaría consumiendo todo lo que yo creí ser hasta ese entonces. Miro el reloj ¡mierda! He perdido una hora tratando de decidir qué hare con mi habitación; mi frente sudaba, el calor que hacia esa madrugada me volvía loco, el miedo se había ido, las ganas de fumar también, había olvidado poner una cafetera, simplemente me encontraba, cruzado de piernas en medio de mi habitación, viendo pasar el tiempo, tiempo que ya no recuperaría, tiempo que en algún punto de mi vida me arrepentiría de haberlo perdido, pero en ese momento, en ese instante fugaz, estando cruzado de piernas en medio de mi habitación lo único que me importaba era ver como cada parte de ese desorden brutal hacía referencia a una acción brutal. Ahora lo único que restaba por hacer era poner orden a mi habitación, poner orden a una vida, mi vida.
Vampire weekend

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